Cuenca, ciudad “de tierra adentro”

Visitar Ecuador y no conocer Cuenta sería un pecado. Esta ciudad, Patrimonio Mundial de la Humanidad, tiene el tamaño ideal para recorrer a pié y ofrece un cuadrilátero perfecto de calles antiguas, muchas peatonales, con casas coloniales de gran valor artístico y buena conservación. Un corto vuelo desde Quito y llegué a Cuenca, en su pequeño aeropuerto en zona centro, y en pocos minutos estaba instalada en mi hotel colonial (Morenica del Rosario) dispuesta a disfrutar de este destino que es hogar invernal de mucho norteamericano y canadiense (ellos siempre saben donde vivir bien y barato durante los meses fríos del año).

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Ubicada en el corazón de las montañas de los Andes,  Cuenca está asentada en un valle regado por cuatro ríos: Tomebamba, Yanuncay, Tarqui y Machangara. Esta ubicación tiene un largo período de tiempo favorecido contacto cercano con el entorno natural. El Centro Histórico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca incluye el territorio que ocupó el pueblo de Cuenca hasta la primera mitad del siglo XX, así como el sitio arqueológico de Pumapungo y los corredores que incluyen las antiguas rutas de acceso al pueblo.

El Centro Histórico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca (nombre completo en la Historia del lugar) es un notable ejemplo de una ciudad interior española planeada y diseñada por los conquistadores, que da testimonio del interés que se le da a los principios del urbanismo renacentista en las Américas. Fundado en 1577 según las directrices emitidas treinta años antes por el Rey de España, Carlos V, la ciudad ha conservado más de cuatro siglos su plan original ortogonal. El trazado urbano y el paisaje urbano de su centro histórico, correspondientes a pueblos coloniales ubicados en el interior de la tierra con vocación agrícola, son testigos evidentes de la fusión exitosa de las diferentes sociedades y culturas de América Latina (Unesco dixit)

El tejido urbano del Centro Histórico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca comprende un sistema de parques, plazas, atrios, iglesias y otros espacios públicos. Alrededor de la Plaza Mayor (Parque Abdon Calderón), los tres poderes de la sociedad están siempre presentes: políticos con el ayuntamiento y la Oficina del Gobernador, religiosos, con sus dos catedrales enfrentadas y la judicatura con los Tribunales de Justicia. Sus calles pavimentadas son amplias y soleadas. Además, las casas coloniales simples a menudo se han transformado en residencias más importantes, especialmente durante el período de relativa expansión económica debido a la producción y exportación de quinina y sombreros de paja (siglo XIX).

Llaman la atención algunos edificios de gran belleza como la Catedral Nueva, comenzada en 1885 y muy impresionante, la Catedral Vieja, el Monasterio Carmelita y la Iglesia de Santo Domingo. La arquitectura religiosa, estrechamente relacionada con las áreas públicas, donde se expresa la vida comunitaria, contribuye en gran medida al perfil urbano de la ciudad y la hace muy acogedora y agradable para pasear.

En un lado de la ciudad se encuentra el sitio arqueológico de una comunidad india que existía en el momento de la llegada de los españoles, conocida como Pumapungo (Puerta de Puma) en el corazón del pueblo inca de Tomebamba, y el de Todos Santos, donde se han desenterrado los vestigios correspondientes a las culturas Canari, Inca y Española. Construido a finales del siglo XV, encierra el Templo del Sol y el convento de las Vírgenes y el Sol que eran parte de una de las ciudades más antiguas e imponentes del Imperio Inca cuyos edificios eran dedicados a uso político, administrativo y religioso. El río Tomebamba (el Barranco) define los límites de la ciudad histórica en el lado sur.

Cuenca es hoy un centro agrícola y administrativo regional, en el que la población local se ha mezclado con sucesivas generaciones de emigrantes. La mayor parte de sus edificios datan del siglo XVIII, pero la arquitectura urbana se modernizó con la prosperidad económica de que se benefició la ciudad en el siglo XIX, cuando se convirtió en un centro de exportación importante de quinina, los renombrados sombreros de jipijapa (conocidos como sombrero Panama) y otros productos. Los mercados son el lugar ideal para captar el ritmo de la ciudad y sobre todo para comer bien por poco precio y todo fresco. Y yo no dejé pasar esta oportunidad ….

Y desde Cuenca, es obligada una excursión de un día al sitio arqueológico de Ingapirca, a solo un par de horas en mini-bus turístico.

Ingapirca (a 2.320 m.s.n.m.) es la estructura prehispánica mejor conservada del país y el conjunto arquitectónico Inca más grande de Ecuador. Es un gran complejo ceremonial, político, administrativo y astronómico de la cultura Cañar-Inca. Los Incas, al ir expandiéndose, llegaron a Ecuador, pero no pudieron someter a este pueblo por lo que se unieron a ellos y crearon una administración conjunta, cuyos restos son los que visité. Está conformado por un cementerio, observatorios solares, un templo, depósitos, aposentos de sacerdotes, una plaza ceremonial y calles empedradas, y todo en muy buen estado. Es un gran museo abierto con senderos, letreros e indicaciones de la vida que se llevaba a cabo. Las visitas son todas guiadas por lo que es una buena experiencia para conocer más de esta cultura. Hay varios senderos aledaños al sitio donde uno puede caminar y recorrer, uno de ellos lleva a una roca que curiosamente tiene el perfil de un Inca, en el camino, hay pequeñas casitas de los pobladores muy típicas y bonitas. Hay también una cafetería, venta de artesanía y replicas de cerámicas fabricada por los mismos habitantes del lugar.

Y lo mejor, una grupo de llamas simpáticas y sin miedo a los humanos, que fueron protagonistas de muchas fotos porque actuaron de forma natural «como si estuvieran en su casa». Es una excursión muy recomendable y en mi caso me permitió sentir como sentían los antiguos pobladores en paz y armonía con el territorio.

Abandoné Ingapirca convencida de que si un día me pierdo ‘Que me busquen aquí’.
Y en este viaje por el altiplano andino pude visitar también  el Santuario de la Virgen del Rocío, en lo alto de un monte, en el pueblo de Biblián, con un altar excavado en la montaña, semejante a un castillo encantado y donde llegan cada semana cientos de peregrinos.

En los alrededores de Cuenca, vale la pena visitar el Parque Nacional de Cajas, una extensión verde llena de pequeños lagunas  y muchos senderos para recorrer. Esta ruta me llevaría a mi siguiente destino, Guayaquil, la costa pacífica de Ecuador. Recomiendo viajar por carretera, atravesando el parque porque la experiencia es maravillosa, donde la naturaleza impresiona por su dramatismo. El punto más alto es el paso de las Tres Cruces (4.167 m.s.n.m.) y en la cumbre el clima no nos acompañó pues a esas alturas es normal que haya mucha niebla. Recomiendo este tipo de transporte, ideal para ese recorrido por lo rápido y seguro.

 

 

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