Angkor (Camboya), «ciudad principal»

Donde la naturaleza comparte arquitectura y la arquitectura comparte naturaleza.

Solo comparable con las ciudades mayas con sus pirámides y templos o con las pirámides de Egipto, Ankor representa para el viajero los imponentes restos de un imperio Khmer que escogió la planicie de Khnom Kulem para establecer su reino.

Y como una compleja maquinaria de relojería demasiado perfecta pero frágil Angkor se quebró, se derrumbó y desapareció (como las culturas mayas, pero muchos siglos después).

Sólo Bagan, en Birmania, le puede hacer sombra y ambos comparten su lejanísimo origen hindú acoplado a un posterior y enraizado universo budista. Angkor Thom está protegida por una muralla de 8 m. de altura y 12 km. de longitud y rodeada de un ancho foso. Tiene cinco puertas, una en cada punto cardinal y otra extra en el este, y cada una con una gigantesca cara de piedra. Dentro, varios templos y palacios en ruinas nos muestran la arquitectura de los siglos IX al XV con varios estilos arquitectónicos cuyo apogeo lo muestra el gran templo de Angkor Wat y el de Bayon, ambos Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO

La jungla que todo lo puede ocultó durante siglos las ruinas de estas grandes edificaciones consideradas la nueva séptima maravilla del mundo, un auténtico tesoro tanto arquitectónico como cultural. Son una serie de templos llenos de simbología en sus relieves y en sus estatuas que explican un modo de vida, las creencias y la gloria de un vasto imperio.

Ver los templos desde la perspectiva que da la altura de un elefante es una experiencia única, pero recorrer esa sitio arqueológico a «la grupa» de un moto-scooter es la mejor forma de aprovechar el tiempo y evitar -a ratos- tanto calor sofocante. Un día Chetra, otro día Thom y el tercer día yo sola,  Angkor fue territorio conquistado.

Hacen falta al menos tres días para recorrer el sitio arqueológico de Angkor. Y aun así, solo se podrá abarcar una pequeña porción de este gigantesco complejo (250 kilómetros cuadrados) cercano a Siem Riep (Camboya), que fue capital del imperio jemer entre los siglos IX al XV. Dos monumentos, entre los más de 900 que hay en el recinto, compiten por ganarse la fascinación del viajero: el Bayon y el Angkor Wat, templos montaña con estructura piramidal donde cada nivel representa un paso más hacia el conocimiento. Ambos están rematados por grandes torres y cubiertos de bajorrelieves de apsaras -las ninfas celestiales de la mitología hindú, bailarinas en la corte del dios Indra- y risueños rostros de Buda. Mis fotos no hacen justicia a tanta belleza en los innumerables bajorrelieves de tantos templos y escuchar de los guías las historias que cuentan es un deleite que no puedo reproducir …. hay que visitarlo.

 

Lo que si es cierto es el estado ruinoso general de esta zona, y el abandono -sin duda por imposibilidad económica de mantenerlo y restaurarlo- que vemos en todos los templos. Piedras amontonadas de cualquier forma, dinteles de puertas que se curvan con el tiempo, paredes convexas, torres atadas con conchas, etc. Así que hay que darse prisa a viajar a Siem Reap y ver estas maravillas antes de que se deterioren más.

La población de Siem Reap ha crecido a la sombra de Angkor y es una territorio polvoriento y sobrepoblado, sobre todo de un turismo de low cost que se concentra en la zona del antiguo mercado que hoy incluye innumerables bares, restaurantes y tiendas de baratijas mil. Dado el calor sofocante de esta parte de Camboya, los hoteles tienen todos piscina (más o menos grande) para refrescarse después de las visitas arqueológicas y ofrecen al turista una recogida gratuita en el aeropuerto o estación de autobuses al hacer la reserva, una gentileza muy de agradecer cuando lo normal es llegar un poco despistado.

Personalmente cambié 3 veces de hotel, hasta sentirme bien alojada y tratada como merece el lugar.Eso si, salía a la calle y nos costaba caminar por ser una ciudad con pocas o casi ninguna acera, y mucha tierra y piedras. Opciones para comer hay muchas, e incluso los restaurantes que ofrecen menús más elaborados no son caros, y el servicio es excelente. Allí finalmente encontré una vendedora ambulante de saltamontes fritos y me parecieron muy sabrosos.

Lo que me desagradó sobremanera fue comprobar la abundante prostitución por la que es famosa Camboya. Viejos occidentales acompañados por jovencitas que ven en ellos un modo de salir de la pobreza tan grande de esta población.

Curiosidad: el país tiene su propia moneda, el Riel, pero desde hace años el dolar norteamericano circula de forma espontánea hasta el punto de publicar los precios en $$$ y extrañarse cuando preguntas en moneda local. Un ejemplo más de «sumisión» al poder del billete verde.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *