Chiang Mai, Tailandia: arte y cultura
En nuestra ruta hacia el norte de la península de Indochina nos tocaba dar el siguiente salto. Viendo las rutas aéreas cortas y cómodas que nos sacaran de Mandalay vimos que a solo una hora de avión (un ‘tipo’ focker, como los que vuelan entre las Canarias), la alternativa ideal era Chaing Mai, en el norte de Tailandia.
Regresar a ese país significaba volver a gastronomía y masajes, dos placeres que añorábamos desde Bangkok. No había duda, la antigua capital del Norte era nuestro objetivo.
Chiang Mai, también conocida como La Rosa del Norte, se considera la capital de Norte de Thailandia y la impresion que hemos recibido es la de ser una ciudad de arte y cultura, incluyendo en el aspecto artistico los masajes y los Spa. Si ya fueron buenos en Bankok, aqui pueden ser extraordianrios.
Fundada por el Rey Mengrai en 1926, la ciudad de Chiang Mai (que significa ciudad nueva) sucedió a Chiang Rai (mas al norte) como capital del reino de Lanna.
Decidimos alquilar habitacion en un hotelito dentro de las murallas para disfrutar la antigua ciudad amurallada comodamente. Resultó ser un edificio sin florituras pero comodo y, sobre todo, al lado de uno de los templos más bellos y antiguos de la ciudad, el Wat Chiang Man.
Resulto ser una excelente opcion pues cuando deseabamos reposo los jardines del templo eran lugar de relax.
Chiang Mai tiene un clima perfecto, que permite dormir con una ligera manta pero durante el dia solo necesitas sandalias y una blusa ligera. La ciduad antigua se camina facilmente y esta llena de Guest House (albergues) baratos y confortables. En cualquier rincon hay un cafe o pequeno restaurante donde tomar un sandwich vegetariano o una ensalada de frutas….. que frutas!!!!
Y que decir de salones de masajes, desde los mas «de andar por casa» que cuestan pocos $$$ a los de lujo que, siendo baratos para nuestro estandar, son un verdadero placer. ‘Louise y Telma disfrutaron de ambos tipos un dia si y otro tambien’ …. Benita fue la mejor de todas en uno de los Spa mas elegantes.
En un costado de la ciudad corre sereno el rio Ping, y vale la pena subirte a una de las barcas que ahora lo recorren, sobre todo al atardecer.
Muchos de los templos de Chiang Mai fueron construidos por mercaderes birmanos que se establecieron en la ciudad en el siglo XIX para comerciar con la apreciada madera de teka que abunda en los bosques circundantes.
La antigua entrada oriental es ahora una vía principal denominada Thanon Ratchadamnoen. Los domingos se cierra al tráfico y, a eso de las seis de la tarde, se convierte en el afamado Mercado Dominical, en el que los artesanos y artistas de toda la comarca ofrecen sus productos directamente al consumidor. Entre los numerosos turistas que lo abarrotan, porque acudir es casi una obligación de todo visitante, y la gente local que lo transita ociosamente para entretenerse, resulta sencillamente agobiante y nada recomendable a quienes padezcan agorafobia. Lo visitamos por aquello de ver que se vende, pero fue agobiante, y peor en del sabado en la parte sur de la ciudad amurallada. Eso si, cosas que comprar muchas y muchas de ellas muy originales.
Casi resulta imposible pararse en los tenderetes porque dos ríos humanos te arrastran en direcciones opuestas, el de la izquierda hacia oriente y el de la derecha hacia poniente. Alcanzar cualquier orilla y escapar del marasmo supone un alivio indecible. Se pueden encontrar antigüedades, sedas, tallas de madera, y también camisetas y pantalones de algodón a precios sensiblemente más baratos que en Bangkok. Además, los vendedores no acosan y uno puede curiosear sin agobios en un ambiente relajado.
El segundo templo que visitamos en Chiang Mai fue el Doi Suthep, una popular pagoda situada a 1.676 metros de altura, en lo alto de una de las montañas que circundan la ciudad. Como a tantos santuarios, le ha crecido un pequeño poblado de tiendas y tenderetes varios. En lo más alto, sin embargo, al final de la inacabable escalinata que lleva a la pagoda principal, que atesora en su relicario la clavícula derecha de Buda, y sus capillas asociadas, la devoción es la nota predominante. Los fieles acuden con ofrendas, recorren los altares, se postran ante las figuras de Buda, queman incienso y salen en paz. Realmente este es un pueblo muy devoto y de gran espiritualidad.
Pero quizá el templo más visitado de Chiang Mai sea el Wat Chedi Luang, que data del siglo XIV y guarda en uno de sus edificios la primera piedra de la ciudad -una columna, en realidad- que el rey Mang Rai fundara en 1296. El templo principal es una mole gigantesca de ladrillo, actualmente en desuso, donde fue encontrado en su día el famosos Buda Esmeralda que se exhibe en el Palacio Real de Bangkok.
A una hora en coche, aproximadamente, de la ciudad, se encuentra el Doi Inthanon, la montaña más alta de Tailandia, con sus 2.565 metros. Cerca de la cumbre, dos modernas pagodas se recortan contra el cielo, una frente a la otra, entre primorosos jardines. La más llamativa, de aguda cúpula dorada, está dedicada al rey; la otra, plateada, a la reina. Se construyeron hace poco más de veinte años para celebrar el sexagésimo aniversario de Su Majestad. Entorno ajardinado de gran belleza y vistas panoramicas de las montanas, impresionantes.
La coincidencia del dia 25 de diciembre con la luna llena hizo que nos decidieramos a celebrar la luna llena con una cena «en privado» en uno de los templos. Habiamos comprado ese dia una botella de ‘vino’ de manzana que resulto ser una sidra amable y sin mayor compliacion nos dimos un ‘baño de luna’ y brindamos con sidra. Esa noche coincidimos con Marta Sordo y sus amigas que andaban haciendo un cursillo de formacion en masaje Thai. Emotivo encuentro despues de tantos años en un lugar tan lejano.
Tengo la impresion de que en Chiang Mai se han instalado, desde hace muchos años, un sinumero de extranjeros que solo buscan vivir al dia y disfrutar del ritmo tranquilo de esta ciudad y sus alrededores. Es facil encontrarse en las noches con muchos de ellos en bares y pubs del centro. Unos jovenes y otros no tanto. Estos locales ofrecen ambientes eclecticos que en cierto modo recuerdan los que cada ‘expatriado’ dejo en su pais (pizzeria, Irish pub, sushi bar, etc…). Si a esto le añades las multiples posibilidades de aprender a cocinar Tai, la ciudad nos ha dejado una sensacion de «aqui volvere a vivir unos meses en el futuro».
La proxima vez hare uno de los muchos cursos de cocina de un día o de más que se ofrecen, desde el más sencillo que siempre incluye visita al mercado con un local, compra de ingredientes, preparación de distintos platos y, lo mejor de todo, ¡degustación!, hasta uno de varias semanas para deleitarles a uds en nuestro proximo encuentro.
Y se terminaba nuestra semana en Chiang Mai. Nuestro siguiente destino era Laos, ese pais poco frecuentado por turismo de masa pero con ciudades donde aun no hay aglomeracion turistica. Nuestro avion de Lao Airlines nos iba a llevar a Luang Prabang en solo una hora de vuelo.