Cuba, viaje imprevisto y sorprendente
A menudo la vida me sorprende y el destino me coloca en un lugar concreto en el momento justo para vivir una experiencia vivencial … Estoy pensando en los avatares de mi vida que me llevan a ser testigo de grandes eventos sin haberlo planificado.
Hace un año llegaba a Tailandia para iniciar mi viaje por Indochina y me encontraba en Bangkok con las celebraciones anuales por el cumpleaños del Rey; las ultimas, por cierto, porque el muy querido King Bhumibol murió este año (88 años).
Ahora, iniciando mi viaje por Centro y Sudamérica, después de unos días en República Dominicana, tenía planificado dar un salto a Cuba para después continuar a México, etc, etc. y a 48 horas de mi vuelo el comandante Fidel Castro fallece plácidamente.
Pues bien, por suerte estoy siendo testigo del duelo que vive este único y encantador pueblo cubano por la muerte de Fidel, una muerte que -al otro lado del estrecho de la Florida- ha sido largamente deseada. Me siento parte de un momento histórico, si, y no solo para mí, también para miles de ciudadanos de las naciones latinoamericanas y para muchos de otras naciones del mundo. Porque no hay duda de que la revolución que lidero este hombre (muy gallego, por cierto) no dejo a nadie insensible, para bien o para mal.
Mi sangre periodista me lanzara a la calle estos días y les seguiré contando, aunque en ‘diferido’ porque en Cuba las conexiones a Internet más que escasear no existen.
El pueblo habanero ha sabido siempre afrontar los peores momentos de su historia reciente pero estos días sus expresiones son serias y mis comentarios amables no reciben respuesta, como ocurrìa siempre en mis vistas anteriores a esta ciudad que siempre me recibió con los brazos abiertos. Ahora hasta las calles están medio desiertas, casi no hay trafico y el transporte publico sigue escaseando como escaseaba hace 20 años, cuando llegue por primera vez.
Al aeropuerto me vino a recoger un chofer ‘independiente’ y entré en La Habana de noche. Calles y avenidas desiertas. La oscuridad envuelve la ciudad que sigue sufriendo escasez de energía y nula instalación de alumbrado público.
Llego a la vivienda privada donde he alquilado un cuarto. Anciana e hijo de cierta edad que me acogerán estos días a cambio de unos pocos dólares. Prefiero sufrir estrecheces con ellos antes que pagar dólares a las empresas estatales de turismo. Después de tantos viajes aún no he conocido un hotel cubano. Comienzan a ponerme al día en el tema clave de estos días, la muerte de Fidel y los 9 días de duelo. Ese domingo ya se conoce el programa de actos planificado por el Gobierno. Lunes y martes rendir homenaje a su memoria desfilando por la plaza de la Revolución y firmar en el libro de honor.
Amanece el lunes y aparecen las primeras imágenes televisivas de cientos de habaneros llegando a rendir homenaje a su héroe, a su padre revolucionario, a ese hombre que, primero como padre y después como abuelo, ha estado siempre presente en los hogares de todas y cada una de las familias cubanas. Escucho a un joven que le cuenta por Skype a un amigo en Italia como se siente triste, “como si hubiera muerto el abuelo, mi abuelo”. Y es que ese sentimiento de tristeza es el mismo que yo respiro paseando por La Habana, una ciudad que amanece fresca y soleada, no excesivamente calurosa. Paseo por la ciudad, Habana Vieja y Centro habana y hay algo raro en el ambiente …. no hay música, las radios que siempre acompañan a los cubanos en su rutina diaria están apagadas, se respira silencio.
Durante las mañanas del lunes y martes las filas para rendir homenaje a Fidel se engrosan y las televisiones y las emisoras de radio emiten de forma ininterrumpida entrevistas, reportajes y documentales sobre la vida del líder cubano, intercalando noticias en directo y comentarios de múltiples exponentes de la cultura y la política. De vez en cuando aparecen mujeres del pueblo y algunos jóvenes expresando su pesar. El lamento y la tristeza es general, y créanme, sale del corazón, no es teatro ante las cámaras.
El pueblo cubano ha salido a rendirle homenaje en el mismo escenario emblemático donde FC dio sus discursos más señalados, la plaza José Martí. Las empresas e instituciones determinan acortar la jornada laboral para que todos los empleados se acerquen a la plaza y puedan firmar en el libro de condolencias. No hay excusas, no hay excepciones. Algunas proveen transporte de empresa, otras convocan en diferentes puntos de la ciudad y los empleados se lanzan a caminar en filas ordenadas. Los habaneros están muy acostumbrados a estas jornadas bien organizadas donde nada queda al azar o la improvisación.
Martes por la noche, a las 7.00 pm. gran acto oficial en esa gran plaza con la presencia de decenas de mandatarios de un centenar de países. Miércoles salida de la caravana oficial llevando las cenizas de FC de regreso a su Santiago natal para ser enterrado en el cementerio donde descansan los restos de José Martí. La ruta, la misma ruta que él recorrió en aquel enero del 1959 mientras el pueblo cubano se le iba uniendo.
Cuarto día de duelo en Cuba por la muerte de Fidel. La caravana partió ayer de La Habana y aun va recorriendo esta isla con forma de caimán. Desde todo el país se pueden ver las imágenes del recorrido que va haciendo esa caravana y les puedo asegurar que es impresionante el número de personas que salen al borde de la carretera. Es cierto que no hay ordenes de ir a trabajar (quien tenga trabajo), pero siento que la mayoría sale a la carretera o llena las calles de su pueblo para despedir a su líder, a su padre o abuelo para todos. Puedo sentir ese pesar en el alma, el mismo de cuando se pierde a un familiar querido, un padre o un abuelo.
Ayer decía un comentarista argentino afincado en Caracas (TeleSur – Dossier) que “como el Cid Campeador, Fidel seguirá ganando batallas”. A mi me toca dejar Cuna y continuar mi viaje … próxima parada: México lindo y querido.