Galápagos, paraíso de Darwin

Las islas Galápagos no son un destino cualquiera en este nuestro planeta azul: allí empezó todo. Allí empezó, al menos, la conciencia de que Dios dejó el universo tan inacabado que luego tuvo que ir evolucionando solo a lo largo de los siglos. Viajar a las Galápagos, por eso, es antes que nada un ejercicio espiritual.

galapagoos

El archipiélago tiene 13 islas y un sinnúmero de islotes. El nombre le viene de la célebre variedad y cantidad de tortugas que había en ellas, pero durante mucho tiempo fueron llamadas también las islas Encantadas, y con ese título publicó la editorial Círculo de Tiza un hermoso libro ilustrado que contiene, entre otros textos, los fragmentos de los diarios de Charles Darwin referidos a las islas: un perfecto libro para emprender el viaje.

Al igual que Macchu Pichu en Perú, en Ecuador mi gran sueño -desde muchas décadas- era visitar las islas Galápagos, así que decidí en Quito comprar el ‘tour’ más atractivo de los que se ofrecen localmente  (mucho más barato que comprado en origen). Me decidí  por un crucero de casi-lujo de 5 días y 4 noches en el Santa Cruz II (Metropolitan ) embarcando en San Cristobal (Puerto Baquerizo) y desembarcando en Santa Cruz.

A las Galápagos se puede llegar por aire desde Quito o desde Guayaquil, yo volé desde esta última. Están a 1.000 kilómetros de la costa continental, en el océano Pacífico. La isla más grande —y la de visita obligada— es Isabela, a la que se puede llegar desde la isla de Santa Cruz en una lancha rápida que asusta y marea incluso a los turistas valientes. En contra de lo que se suele creer, no hay cupo de entrada ni requisitos burocráticos especiales, solo tendrá que pagar las tasas correspondientes al Parque natural al facturar en cualquier de los dos aeropuertos. Una vez en las islas, el viajero puede planear su ruta con libertad, reservar hoteles a su antojo y contratar sobre el terreno —es más barato— las excursiones que desee y disfrutar según sus posibilidades.

Lo que ha hecho famosas a las Galápagos es su fauna, o mejor aún: la proximidad de su fauna. “Las aves son ajenas al ser humano”, escribía también Darwin. “Se mostraban tan dóciles y confiadas que ni siquiera comprendían lo que implicaban las piedras que les tirábamos; y sin parar en nuestra presencia, se nos acercaban tanto que podríamos haber matado buen número de ellas con un palo”. Han pasado los siglos, pero el comportamiento de los animales del archipiélago sigue siendo el mismo, y eso produce una fascinación incomparable en el viajero. ¿En que lugar del mundo no escapan los pájaros cuando se acerca demasiado el ser humano? Solo en Galápagos, solo en estos islotes alejados del tram-tram de nuestro modus vivendi acelerado, los pájaros, las iguanas, los leones marinos se dejan fotografiar de cerca e incluso tocar (aunque está terminantemente prohibido en Galápagos).

DSC_0194

Mi vuelo desde Guayaquil me trae a San Cristobal, la más oriental cuyo aeropuerto recibe cada día decenas de viajeros. Un corto trayecto hasta Puerto Baquerizo y ‘todos a bordo’ para comenzar una maravillosa experiencia de 5 días. La mayoría del pasaje (unos 50 viajeros) es de habla anglosajona (nórdicos, alemanes, norteamericanos, ingleses, etc.) y solo unos pocos de habla hispana (México, Chile, Colombia y dos españoles, Martín y yo). Desde el primer almuerzo a bordo empezamos a conocernos y nuestra guía nos llevará de excursión siempre en grupo …. por comodidad)

A los lechos de lava “se los ha comparado con razón a un mar petrificado en el punto álgido de la tempestad”, escribía Darwin refiriéndose a los paisajes de la isla de San Cristóbal. En Isabela se puede ver un paisaje idéntico. «De camino al volcán Sierra Negra la vegetación va desapareciendo poco a poco y la lava —reciente, no prehistórica— se apodera del horizonte. Solo quedan grandes cactus. A lo lejos, si el día es claro, se pierde la vista en ese mar de crestas negras sucesivas. No hay civilización, no hay olor humano». De hecho, en la mayor parte de la isla —su brazo norte, con los volcanes activos Alcedo, Darwin y Wolf— solo se permite el acceso a naturalistas y científicos.

Bartolome-Galapagos-Island

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *